UN POEMA DE MARUJA FALENA
La vuelta
a Tomás Seral y Casas
Llegaba cuando moría
la tarde malva y grosella,
llegaba sola, muy sola,
sin que nadie la trajera.
Sombras traen sus ojos tristes
--sus ojos de agua de niebla--.
Afilaba sus cuchillos
un viento de indiferencias.
Y, con las niñas, la luna
bordaba circunferencias.
Ella, con miedo y amor,
se acercó a la más pequeña.
¡Aquellos ojos! ¡la voz!
y los labios... ¡eran... eran...!
Nada dijo. Se perdió
con su pena en la calleja.
Un sollozo se enroscaba
en la torre de la iglesia.
Afilaba los cuchillos
un viento de indiferencias
para matar otras tardes,
tardes de malva y grosella.
de Rumbo (Zaragoza, 1935)
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