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MÚSICA PARA PERROS, LIBRO DE POEMAS DE CARMEN RUIZ

PRÓLOGO A MÚSICA PARA PERROS, DE CARMEN RUIZ, ESCRITO POR OCTAVIO GÓMEZ MILIÁN:

Carmen Ruiz, zaragozana de Zeta, Cetísima, es periodista y Música para Perros es su primera incursión en el mundo literario. Observadora del hábitat cultural aragonés, su complejo mundo interior se vuelca de manera personal por primera vez en esta obra: referencias deliberadamente pop, cinematográficas, viajes en dobles y triples planos, una muestra de su manera personal y discreta de ver la vida.

A pesar de ser ciertamente escasas las veces en las que Carmen y yo nos hemos cruzado por ellas, reconozco sus calles como las mías propias y supongo que, intuyendo nuestras esencias afinadas al corazón mismo de Zeta, me ha pedido que hable de Música para Perros.
Recuerdo la casa donde vivía antes. Una casa con un tragaluz misterioso, en la que retumbaban trenes que los demás sólo oíamos en noches de jarana. Allí, algunas de estas vivencias germinaron, muy prudentes y asustadizas, con el ronroneo de cajas de ritmo y corazones de saliva. De nuevo, dos momentos distintos y la misma experiencia sensible: yo haciendo arder las esquinas con una desesperación obsesiva, Carmen prudente frente al ritmo extraño de esta vida que es ciudad y nos consume.
Me gusta Carmen cuando se desmiembra en la letanía del monólogo. Como la actriz intensa con la que comparte su cuerpo, ella habla y nosotros escuchamos. Nada de rockanroll ni academia, sólo salmos hechos de las dudas y de la cera de un puñado de velas mal sopladas que se resisten a apagarse. Palabras de miel y amargura con un poquito del cacao del bollo. Todas mezcladas. Porque sus palabras son un buen alimento.
Y como en una lluvia de vidas distintas, nadie se impregna del todo con las gotitas, como mucho nos quedará la imagen de un personaje de cuento que, despertándose una mañana, se ve tan mayor que decide que su lugar en la fábula ha cambiado. Carmen nos regala sus textos como habitaciones, habitaciones con espejo donde podemos tratar de imitarnos a nosotros mismos. Yo, tú, él, todos compitiendo en firme por el primer premio en esta desbandada de malos imitadores.
Para mí un escritor es los que dan forma aquello que yo querría leer. Nunca pensé que Carmen nos dejara otear siquiera un poco. Pero como Vilas antes, elevo mis plegarias a Dios de los Perros en esta moribunda Zeta, Cetísima. Y le doy las gracias.
Por favor, si se han quedado sin entradas al menos traten de imaginar la escena.

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